Oh Divina Madre Yemanjá,
dueña del agua y origen de la vida,
tú que reinas sobre la superficie del mar
vierte sobre la humanidad su protección
derrama una descarga limpiadora
en nuestros cuerpos y en nuestras auras
e inculca en nuestros corazones
el respeto y la veneración debida
a esta fuerza de la naturaleza que simbolizas.
Fluidifica y descarga nuestros espíritus
nuestros cuerpos y lo que nos rodea
de todas las impurezas
que puedan haber adquirido,
de todas los males enviados,
de toda la negatividad acumulada,
de toda magia hecha sobre nosotros.
Permite que tus falanges nos amparen y protejan,
a toda la humanidad,
a todos nuestros hermanos,
de todo mal y maldad,
permite que seamos limpiados y clarificados
para que estando limpios de todo lo negativo,
alcancemos nuestros sueños y metas
y consigamos atraer lo benéfico de esta vida.
Así sea.
dueña del agua y origen de la vida,
tú que reinas sobre la superficie del mar
vierte sobre la humanidad su protección
derrama una descarga limpiadora
en nuestros cuerpos y en nuestras auras
e inculca en nuestros corazones
el respeto y la veneración debida
a esta fuerza de la naturaleza que simbolizas.
Fluidifica y descarga nuestros espíritus
nuestros cuerpos y lo que nos rodea
de todas las impurezas
que puedan haber adquirido,
de todas los males enviados,
de toda la negatividad acumulada,
de toda magia hecha sobre nosotros.
Permite que tus falanges nos amparen y protejan,
a toda la humanidad,
a todos nuestros hermanos,
de todo mal y maldad,
permite que seamos limpiados y clarificados
para que estando limpios de todo lo negativo,
alcancemos nuestros sueños y metas
y consigamos atraer lo benéfico de esta vida.
Así sea.
Encender un velón azul celeste.
Hacer la oración 8 días seguidos, por la mañana.
Se pueden poner 8 claveles blancos rodeándolo, y cuando se consuma el velón se llevan al lado del mar, o de un rio, o de un árbol muy frondoso.