Amoroso y bendito Infantito Jesús,
¡oh amable Santo Niño de las Suertes!,
Tú, el más humilde y el más grande entre los hombres;
el más pobre y el más rico,
el más débil y el más poderoso.
Te bendigo y te adoro
porque te has dignado descender hasta nosotros
para ser nuestro modelo y maestro
en la práctica de todas las virtudes,
nuestro guía en las dificultades de la vida
y nuestro consuelo en los días de aflicción.
Te amo porque vienes a mí
con un amor misericordiosamente infinito y generoso
que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón;
con amor paciente que me espera siempre
para amarme cada vez con más ternura.
Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento,
te adoro, te bendigo y te amo
con todo el fervor de mi alma y confiadamente
levanto mis ojos hasta Ti, mi buen Dios,
buscando tu mirada llena de misericordia.
Tú nos has dicho: “Pedid y se os dará”,
así pues, mira nuestra presente necesidad
y te solicitamos con gran fervor que la remedies urgente
y de la manera que nos sea más provechosa
para nuestra alma:
(hacer ahora la petición)
Nos entregamos a ti, Santo Niño de las Suertes,
seguros de que no quedará frustrada
nuestra esperanza y que,
en virtud de esta promesa,
acogerás benignamente nuestras súplicas
y las despacharás favorablemente
para mayor gloria tuya y por amor a nosotros.
Amén.
¡oh amable Santo Niño de las Suertes!,
Tú, el más humilde y el más grande entre los hombres;
el más pobre y el más rico,
el más débil y el más poderoso.
Te bendigo y te adoro
porque te has dignado descender hasta nosotros
para ser nuestro modelo y maestro
en la práctica de todas las virtudes,
nuestro guía en las dificultades de la vida
y nuestro consuelo en los días de aflicción.
Te amo porque vienes a mí
con un amor misericordiosamente infinito y generoso
que se anticipa a los tardíos impulsos de mi corazón;
con amor paciente que me espera siempre
para amarme cada vez con más ternura.
Por eso, con el corazón lleno de agradecimiento,
te adoro, te bendigo y te amo
con todo el fervor de mi alma y confiadamente
levanto mis ojos hasta Ti, mi buen Dios,
buscando tu mirada llena de misericordia.
Tú nos has dicho: “Pedid y se os dará”,
así pues, mira nuestra presente necesidad
y te solicitamos con gran fervor que la remedies urgente
y de la manera que nos sea más provechosa
para nuestra alma:
(hacer ahora la petición)
Nos entregamos a ti, Santo Niño de las Suertes,
seguros de que no quedará frustrada
nuestra esperanza y que,
en virtud de esta promesa,
acogerás benignamente nuestras súplicas
y las despacharás favorablemente
para mayor gloria tuya y por amor a nosotros.
Amén.
Rezar el Credo, tres Padrenuestros y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos.