Oh! Padre misericordioso,
Tú has llamado a tu siervo, el Papa Francisco, para pastorear tu Iglesia con fe y amor.
Oh! Padre misericordioso,
Tú has llamado nuevamente a tu siervo, el Papa Francisco, para trabajar a tu lado desde tu reino celestial.
Hacia tu lado se dirige con humildad y amor con los que tanto predicó en este valle de lágrimas y nunca nos abandonará, pues su misión es eterna.
Nos llena de soledad y angustia esta terrible pérdida, pero nos dirigimos a Ti, Padre Divino, y te pedimos humildemente que extiendas sobre él tu mano consoladora y le indique el camino hacia Ti.
Que nuestras oraciones unidas sean un signo de nuestro amor y fidelidad al Santo Padre, sabiendo que el Señor, que escucha los gritos de sus hijos, responderá a nuestras súplicas en su misericordia.
Seguro que le acogerás en tu seno porque ha cumplido todas tus peticiones, entregando su vida en pos de cumplir todas las tareas que le encomendaste.
Él, más que ningún otro, es merecedor absoluto de tu confianza y por eso te pedimos que veles por su alma que vuelve hacia Ti.
Por intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, lo ponemos bajo tu amoroso cuidado, confiando en Tu divina voluntad.
Te lo pedimos en el nombre de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
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