Oh! gloriosísimo San Miguel Arcángel,
príncipe y caudillo
de los ejércitos celestiales,
custodio y defensor de las almas,
guarda de la Iglesia, vencedor,
terror y espanto de los rebeldes
espíritus infernales.
Humildemente, te rogamos,
te dignes librar de todo mal
a los que a ti recurrimos con confianza;
que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda y que,
mediante tu incomparable protección,
adelantemos cada vez más
en el servicio del Señor.
Que tu virtud nos esfuerce
todos los días de nuestra vida,
especialmente en el trance de la muerte,
para que, defendidos por tu poder
del infernal dragón
y de todas sus asechanzas,
cuando salgamos de este mundo
seamos presentados por ti,
libres de toda culpa,
ante la Divina Majestad.
Así sea, así sea, así sea.
Amén.
Encender una vela azul, concentrado en visualizar una aura de ese color y luego sentir el escudo de protección que el Arcángel San Miguel que está construyendo alrededor de pertenencias o personas cercanas.
Su día es el domingo, su color es el azul y podemos invocarlo de diferentes maneras para que acuda en nuestra asistencia.