En esta hora de amargura para mi alma agobiada por la incertidumbre, yo te invoco con toda la fuerza y voluntad de mi espíritu, para que te posesiones en los cinco sentidos de
(di su nombre)
subyugándole a mi exclusiva voluntad, fidelidad y que con tu fluído de desesperación le atormentes y le hagas sentir lo mismo que siento yo y la más fuerte de las desesperaciones por mí.
Y que vea en mí su refugio de amor y de alivio.
¡Ven, ven, Espíritu del Desespero! oye esta súplica que te imploro en el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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