Querida Pachamama,
tú que reinas en el universo
con la inteligencia
del sano equilibrio,
escucha a tus hijos,
intercede por nosotros
con los grandes vientos,
habla con el agua,
con el fuego y con la tierra.
Hoy te pedimos
dibujar la esperanza
en nuestros rostros,
dános la gracia
de tu aliento eterno,
cobíjanos con tu brillante Sol,
guíanos en la noche
de nuestras vidas
con la luz de las estrellas
y la sabia luna,
acompáñanos en nuestro viaje visionario
por medio del sueño sagrado
y los tambores de luz.
Hoy te pedimos
regresar las fuerzas de tempestad
a su sitio,
te pedimos calmar las aguas turbias,
aquietar el fuego interno.
Que tu sabia inteligencia
se lleve muy lejos
aquello que,
dentro de nosotros,
pulula y exacerba en exceso
creando caos y enfermedad,
desasosiego y malestar,
angustias y mucho pesar.
Hoy te pedimos
que nos acompañes
en la curación
de nuestro cuerpo y espíritu.
Tú, que eres sabia,
haz de nosotros, tus hijos,
instrumentos de salvación,
hoy te pedimos
que tu manto de luz
nos purifique y sane
las heridas y errores
de nuestro pasado,
te pedimos que nos ayudes
a limpiar nuestro sendero de luz.
Querida Pachamama,
te glorificamos por tus flores,
tus fragancias,
la abuncancia de tus alimentos
y las aguas que hemos de beber.
En agradecimiento
te brindo mis sensibles prédicas,
te rindo culto,
te hablo en meditación y silencio,
siempre muy presente
estás en mis plegarias.
Querida Pachamama,
me comprometo a limpiar
mis pasos errados,
mis equivocados pensamientos
y desleales actitudes,
me comprometo en beber del río sano,
en curar a mis hermanos, los animales,
y proteger los bosques,
hoy me comprometo
a dar alimento al pobre
y a quien estira la mano.
En ti nuestra vida nace,
crece y reposa,
en ti nuestra vida
se enciende y se apaga.
Somos tu luz,
somos tu cuerpo,
tu espíritu.
Con solemnidad
llegaré a ti convertida
en polvo cuando mejor lo decidas.
Munay Pachamama,
munay,
¡MUNAY!
tú que reinas en el universo
con la inteligencia
del sano equilibrio,
escucha a tus hijos,
intercede por nosotros
con los grandes vientos,
habla con el agua,
con el fuego y con la tierra.
Hoy te pedimos
dibujar la esperanza
en nuestros rostros,
dános la gracia
de tu aliento eterno,
cobíjanos con tu brillante Sol,
guíanos en la noche
de nuestras vidas
con la luz de las estrellas
y la sabia luna,
acompáñanos en nuestro viaje visionario
por medio del sueño sagrado
y los tambores de luz.
Hoy te pedimos
regresar las fuerzas de tempestad
a su sitio,
te pedimos calmar las aguas turbias,
aquietar el fuego interno.
Que tu sabia inteligencia
se lleve muy lejos
aquello que,
dentro de nosotros,
pulula y exacerba en exceso
creando caos y enfermedad,
desasosiego y malestar,
angustias y mucho pesar.
Hoy te pedimos
que nos acompañes
en la curación
de nuestro cuerpo y espíritu.
Tú, que eres sabia,
haz de nosotros, tus hijos,
instrumentos de salvación,
hoy te pedimos
que tu manto de luz
nos purifique y sane
las heridas y errores
de nuestro pasado,
te pedimos que nos ayudes
a limpiar nuestro sendero de luz.
Querida Pachamama,
te glorificamos por tus flores,
tus fragancias,
la abuncancia de tus alimentos
y las aguas que hemos de beber.
En agradecimiento
te brindo mis sensibles prédicas,
te rindo culto,
te hablo en meditación y silencio,
siempre muy presente
estás en mis plegarias.
Querida Pachamama,
me comprometo a limpiar
mis pasos errados,
mis equivocados pensamientos
y desleales actitudes,
me comprometo en beber del río sano,
en curar a mis hermanos, los animales,
y proteger los bosques,
hoy me comprometo
a dar alimento al pobre
y a quien estira la mano.
En ti nuestra vida nace,
crece y reposa,
en ti nuestra vida
se enciende y se apaga.
Somos tu luz,
somos tu cuerpo,
tu espíritu.
Con solemnidad
llegaré a ti convertida
en polvo cuando mejor lo decidas.
Munay Pachamama,
munay,
¡MUNAY!
Realizar la oración durante veintiocho días seguidos a mediodía.
Encender una vela amarilla cada vez que se empiece la oración, apagarla al acabar.
Colocar en un cuenco de madera o barro, un poco de agua con fragancias florales muy suaves y algunos pétalos de flores silvestres.
Encender una vela amarilla cada vez que se empiece la oración, apagarla al acabar.
Colocar en un cuenco de madera o barro, un poco de agua con fragancias florales muy suaves y algunos pétalos de flores silvestres.