Bendita Madrecita Correa:
Humilde y bienaventurada,
protectora de la vida y del cuerpo,
protectora en toda necesidad,
ya que tú tanta pasaste
hasta tu muerte.
Hoy de rodillas,
tus devotos de todo el mundo,
te imploramos esperanzados,
nuestros ruegos.
Protégenos, haz que tus manos milagrosas,
arranquen de cuajo el voraz infierno,
que carcome sin piedad nuestras entrañas,
de nuestro débil y enfermizo cuerpo.
Cuida de nosotros, Madrecita,
como en vida lo hiciste
de tu pequeño hijo,
con tanto amor y bondad,
dando más de lo que tú misma tenías,
amamantándolo cuando yacías sin vida.
No olvides Madre a tus fieles siervos,
pide, al Señor su gracia
y salva tus necesitados,
que elevan sus plegarias a viva voz,
para que les escuches,
sus oraciones y ruegos.
Dios infinito en las alturas,
Jesús en nuestro interior,
María Auxiliadora en el alma,
La Difunta Correa en el corazón.
Oh! Difunta Correa,
bendita y milagrosa!
Protectora de los desamparados
que sufren y lloran,
te ruego que te dignes a escuchar
mis oraciones y súplicas,
y que por intermedio
de nuestro Señor Jesucristo
me concedas la gracia
que hoy te solicito
en mi oración muy humildemente
(hacer ahora la petición),
y me protejas en los difíciles
caminos de la vida.
Oh! Difunta Correa,
santa madre protectora!
refugio de los desamparados
que sufren y lloran,
te doy gracias por escuchar
mis oraciones y súplicas,
mis ruegos y solicitudes,
por consolar mis penas,
angustias y pesares,
como Madre bendita
que entregaste tu vida
para salvar a tu hijo,
así te agradezco
me salves y ayudes,
y gracias por interceder
ante nuestro Señor Jesucristo
y concederme la gracia
que hoy te solicito
en mi oración desesperada
(repetir ahora la petición).
Te prometo, Madrecita,
ser una devota fiel
y dedicarte todos los días
los rezos necesarios
para que sepas que estoy aquí,
que te adoro y te venero,
y así lo haré hasta el fin,
nunca te abandonaré,
y nunca más estarás sola,
difundiré tu nombre
y seré para ti,
solo para ti,
la más ferviente admiradora,
así como siento que
estás tú junto a mí,
y me proteges en los difíciles
caminos de la vida.
Amén.
Humilde y bienaventurada,
protectora de la vida y del cuerpo,
protectora en toda necesidad,
ya que tú tanta pasaste
hasta tu muerte.
Hoy de rodillas,
tus devotos de todo el mundo,
te imploramos esperanzados,
nuestros ruegos.
Protégenos, haz que tus manos milagrosas,
arranquen de cuajo el voraz infierno,
que carcome sin piedad nuestras entrañas,
de nuestro débil y enfermizo cuerpo.
Cuida de nosotros, Madrecita,
como en vida lo hiciste
de tu pequeño hijo,
con tanto amor y bondad,
dando más de lo que tú misma tenías,
amamantándolo cuando yacías sin vida.
No olvides Madre a tus fieles siervos,
pide, al Señor su gracia
y salva tus necesitados,
que elevan sus plegarias a viva voz,
para que les escuches,
sus oraciones y ruegos.
Dios infinito en las alturas,
Jesús en nuestro interior,
María Auxiliadora en el alma,
La Difunta Correa en el corazón.
Oh! Difunta Correa,
bendita y milagrosa!
Protectora de los desamparados
que sufren y lloran,
te ruego que te dignes a escuchar
mis oraciones y súplicas,
y que por intermedio
de nuestro Señor Jesucristo
me concedas la gracia
que hoy te solicito
en mi oración muy humildemente
(hacer ahora la petición),
y me protejas en los difíciles
caminos de la vida.
Oh! Difunta Correa,
santa madre protectora!
refugio de los desamparados
que sufren y lloran,
te doy gracias por escuchar
mis oraciones y súplicas,
mis ruegos y solicitudes,
por consolar mis penas,
angustias y pesares,
como Madre bendita
que entregaste tu vida
para salvar a tu hijo,
así te agradezco
me salves y ayudes,
y gracias por interceder
ante nuestro Señor Jesucristo
y concederme la gracia
que hoy te solicito
en mi oración desesperada
(repetir ahora la petición).
Te prometo, Madrecita,
ser una devota fiel
y dedicarte todos los días
los rezos necesarios
para que sepas que estoy aquí,
que te adoro y te venero,
y así lo haré hasta el fin,
nunca te abandonaré,
y nunca más estarás sola,
difundiré tu nombre
y seré para ti,
solo para ti,
la más ferviente admiradora,
así como siento que
estás tú junto a mí,
y me proteges en los difíciles
caminos de la vida.
Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Hacer la oración y los rezos siete días seguidos.
Encender una vela roja en las oraciones, colocar un vaso de agua y un trozo de pan como ofrendas.
Hacer la oración y los rezos siete días seguidos.
Encender una vela roja en las oraciones, colocar un vaso de agua y un trozo de pan como ofrendas.