San Miguel Arcángel,
glorioso Príncipe Celestial,
terror de los demonios,
vencedor de los malos espíritus
saca, corta y libera mi cuerpo y mente
de toda energía maligna,
destruye toda influencia y fuerza negativa
que me hayan enviado,
o que me quieran mandar.
San Miguel, guardián y protector de la almas,
como tú eres el encargado
de todos los trabajos
en el mundo entero,
te envío y te imploro en esta solemne hora y día,
y prendo esta vela del revés
para que vires cuanta lámpara, cirio,
trabajo, maldición, hechizo,
conjuro o sortilegio
venga en contra mía,
y se vuelva contra el cuerpo,
sentidos y materia
de mi enemigo y venga todo en mi favor.
Que sufra como sufrió Jesús en el árbol de la Cruz,
amarguras, tormentos,
tropezones, patadas y bofetadas,
como las que Él sufrió.
Que se sea negado de su principal
y de toda la humanidad,
como negado se vio Él de San Pedro.
Que se vea en el mundo del cautiverio
y de la desolación sin amparo y sin abrigo.
Que las tres caídas que dio Jesús sean las que dé
y la última la dé en la puerta de mi hogar,
pidiéndome perdón de la falta cometida,
siendo testigo de mi petición
el flujo de los astros y el estrellado firmamento.
Así sea.
glorioso Príncipe Celestial,
terror de los demonios,
vencedor de los malos espíritus
saca, corta y libera mi cuerpo y mente
de toda energía maligna,
destruye toda influencia y fuerza negativa
que me hayan enviado,
o que me quieran mandar.
San Miguel, guardián y protector de la almas,
como tú eres el encargado
de todos los trabajos
en el mundo entero,
te envío y te imploro en esta solemne hora y día,
y prendo esta vela del revés
para que vires cuanta lámpara, cirio,
trabajo, maldición, hechizo,
conjuro o sortilegio
venga en contra mía,
y se vuelva contra el cuerpo,
sentidos y materia
de mi enemigo y venga todo en mi favor.
Que sufra como sufrió Jesús en el árbol de la Cruz,
amarguras, tormentos,
tropezones, patadas y bofetadas,
como las que Él sufrió.
Que se sea negado de su principal
y de toda la humanidad,
como negado se vio Él de San Pedro.
Que se vea en el mundo del cautiverio
y de la desolación sin amparo y sin abrigo.
Que las tres caídas que dio Jesús sean las que dé
y la última la dé en la puerta de mi hogar,
pidiéndome perdón de la falta cometida,
siendo testigo de mi petición
el flujo de los astros y el estrellado firmamento.
Así sea.
Especificar lo que se quiere conseguir.
Rezar tres Credos a Jesús Nazareno.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos.
La vela solo se enciende el primer día.