¡Oh Gloriosa Santa Rita de Casia! Con el alma llena de confianza por los continuos favores que alcanzas del cielo, en bien de tus fieles devotos, vengo hoy a tu presencia, a rogarte que intercedas con tu Amado Esposo y Redentor del mundo, a fin de que oiga benigno lo que solicito de su gran poder e infinita misericordia.
A ti, que recibiste en el transcurso de tu larga y santa vida, tantas y tan repetidas muestras de ser un alma privilegiada de su Amor, te atenderá bondadoso, si le ruegas por mí con ese ardiente fervor que siempre te animaba cuando te postrabas a orar a los pies del santo Crucifijo. [Aquí se dice lo que se ha de pedir]
Por tus grandes méritos de pronta obediencia al dictamen de tus queridos padres: de abnegada resignación antes las asperezas de tu esposo; de caritativa y heroica inmolación de tus pequeños y amados hijos; de aguda pena al ver las dificultades que tuviste para ingresar en la morada de tus anhelos, el claustro religioso; por los intensos dolores causados por la espina en tu frente; pide, santa Gloriosa, me otorgue lo que por tu mediación con ansia vivísima desea mi alma.
Si Él quiere puede concedérmelo, pues su mano divina es omnipotente en el cielo y en la tierra. Si fuera para mayor gloria del Altísimo y bien de mi alma, que vea presto escuchada y atendida la petición, cuyo buen resultado, a ruego tuyo, confío obtener del poder y bondad de su paternal corazón. Así sea. Santa Rita de Casia, abogada de los imposibles, ruega por tu devoto. Amén.