Humildemente os saludo,
¡fieles amigos celestiales de mis hijos!
Os doy las gracias de todo corazón
por todo el amor y la bondad que les mostráis.
En algún día futuro,
con un agradecimiento más digno
del que ahora puedo dar,
os recompensaré por vuestro cuidado de ellos
y reconoceré ante toda la corte celestial
mi deuda para con vuestra guía y protección.
Continuad velando por ellos.
Colmad todas sus necesidades de cuerpo y alma.
Orad, del mismo modo, por mí,
por mi esposo y mi familia entera,
para que algún día todos nos regocijemos
en vuestra bendita compañía.
Amén.